En muchos países, las mujeres ganan en promedio alrededor del 80% de lo que ganan los hombres. Esta disparidad es aún más pronunciada para las mujeres de color, las mujeres con discapacidades y las mujeres LGBTQ+. Estas estadísticas reflejan no solo una injusticia económica, sino también una profunda desigualdad estructural que permea todos los niveles de la sociedad.

Las causas de la brecha salarial de género son variadas y complejas. Incluyen la discriminación directa, la segregación ocupacional, y la infravaloración del trabajo realizado mayoritariamente por mujeres. Además, las mujeres suelen enfrentarse a mayores obstáculos para acceder a puestos de liderazgo y promoción debido a estereotipos de género y expectativas culturales.

Para abordar la brecha salarial de género, es crucial implementar políticas que promuevan la transparencia salarial y penalicen la discriminación. Las empresas deben ser responsables de revisar y ajustar sus estructuras salariales para asegurar la equidad. Además, es esencial fomentar la conciliación de la vida laboral y familiar, implementando políticas de licencia parental compartida y horarios laborales flexibles, para que las mujeres no tengan que elegir entre su carrera y su familia.

También es vital educar a la sociedad sobre la importancia de la igualdad salarial y desafiar las normas culturales que perpetúan la desigualdad. Los hombres tienen un papel crucial en este proceso, no solo apoyando a sus compañeras de trabajo, sino también abogando por políticas igualitarias y reconociendo sus propios privilegios.

Cerrar la brecha salarial de género no es solo una cuestión de justicia para las mujeres, sino también una manera de fortalecer la economía global. Las investigaciones muestran que la igualdad de género en el trabajo puede aumentar significativamente el PIB de los países, lo que beneficia a toda la sociedad.

/Rosemarie Vargas